miércoles, 5 de noviembre de 2014

Ofrenda a Míchel

   El fútbol es uno de los reflejos sociales más recurrentes que tenemos. Hablamos de reflejo de la sociedad porque en el fútbol, como en la vida, nos encontramos con personajes variopintos que destacan por su extravagancia, por su rudeza, por su finura, ineptitud, liderazgo, codicia, pasotismo…  Cuando disponemos de una lista interminable de atributos, es mejor frenar para no aburrir. Podemos identificar a Balotelli con la extravagancia; a Piqué con el pasotismo; a Iniesta con la finura; a Portillo con la ineptitud; a Raúl con el liderazgo… Y en la vida ajena al fútbol conocemos personas, cercanas o no, que también pueden encajar perfectamente en estos adjetivos. Por poner ejemplos, ¿es Pablo Iglesias un líder? Para unos es tal, para otros es la reencarnación personificada de los antecedentes de 1936, para otros, simplemente, es dios con coleta. Lo mismo ocurría con Raúl: los líderes se convierten en tal porque tienen la capacidad de dividir violentamente al país.